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Leticia Brando

Padres y madres modernos: los míos, los tuyos y los nuestros

Ante el día del padre en Uruguay, surgen reflexiones en torno a los roles del hombre y de la mujer en la crianza de los hijos y en su concepción del amor. Afortunadamente en este nuevo posicionamiento que los varones están teniendo con respecto a su rol como padres, cada vez más, se atreven a asumir tareas que tradicionalmente eran exclusivas de la mujer. Pero ¿qué sucede cuando esos padres y madres deciden rehacer su vida? En mi experiencia como coach y psicóloga, me he encontrado con muchas mujeres que me confiesan su dificultad de encontrar una nueva pareja por ser madres. ¿Y qué sucede con los hombres? ¿Ellos tienen más posibilidades para volver a encontrar una compañera?

Entre las revoluciones sociales que han acontecido en el último tiempo puede citarse el rol del hombre en su faceta de progenitor. Muchos de estos padres asumen la paternidad de un modo abnegado y responsable, lo que le resta tiempo a la pareja.  En caso de padres separados, muchos padres no aceptan simplemente ver a sus hijos el fin de semana y hasta surgen asociaciones de padres separados que protegen su derecho a ser y a vivir la paternidad. El siglo XXI ha sido testigo de la lucha de muchos hombres reclamando la tenencia de sus hijos. Los hombres viven su paternidad de una forma comprometida y no como meros proveedores y figuras de autoridad para el niño. En caso de divorcio, muchos hombres en común acuerdo con sus ex parejas, asumen la custodia total de sus hijos.

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En tiempos hipermodernos, de los que hablo en mi libro “Las mujeres y los hombres que no aman demasiado”,  aparecen muchos hombres separados, solteros, divorciados o viudos, que crían y educan a sus hijos sin la presencia de una pareja femenina en su hogar. Muchos de ellos manifiestan ciertos dilemas. Temen que su nueva pareja no acepte su realidad como padres y al mismo tiempo, que sus hijos no acepten a su pareja. Esa inquietud masculina también tiene su correspondencia en las madres solteras, viudas, separadas, divorciadas que circulan por este mundo globalizado.

Esta preocupación de los padres y madres de conseguir una nueva pareja, viene relacionada con la natural dependencia que tienen los niños a sus padres en los primeros años. Los niños suelen ser síntoma de los padres.  Cuando el niño es pequeño, de sólo ellos depende que su hijo crezca sano y feliz. Hasta los seis años de vida, el niño sólo tiene dos modelos básicos, que admira, respeta, imita. Por ello, es tan importante estos primeros años de vida para ir inculcando los valores básicos.

Los primeros años de vida son una época de grandes cambios, que tienen una influencia que dura toda la vida. Las decisiones que tomen los padres y madres y las acciones que realicen en nombre del niño van a influir en su desarrollo posterior. El niño necesita tanto de su padre como de su madre para su crecimiento. La madre es la nutricia, la protectora inicial, la que le brinda el primer alimento pero el padre es básico en su formación y en el posterior desarrollo de su identidad.

Tanta influencia en la vida de alguien hace que  la llegada a la maternidad y la paternidad es usualmente vivida como un estado de dicha y orgullo. Por lo que cualquier padre o madre soltero, separado o divorciado confesará inmediatamente la presencia de hijos a sus interlocutores.  Esa realidad puede conducir a dos caminos. Uno puede ser evitar enfrentarse a lo desconocido, que es en este caso la existencia de hijos. Lo otro, que suele ser el camino más beneficioso para ambos: reconocer que no será sencillo pero tampoco tiene que ser un obstáculo conocer a alguien que sea padre o madre.

Y los dejo con una de las canciones más bonitas que un padre le pudo haber escrito a un hijo, “Father and son” de Steven Demetre Georgiou o mejor dicho, Cat Stevens o más bien, Yusuf Islam, su actual nombre tras convertirse al Islam.

¿Sabes escribir tu propio guión?

Uno de los consejos que da Stephen R. Covey  en “Los 7 hábitos de la gente altamente efectiva” es recordar que todas las cosas se crean dos veces.  Primero, hay una creación mental y luego hay una creación física.

Por ejemplo, pensamos la remodelación de una oficina. Uno lo crea primero en su cabeza, luego busca apoyo de arquitectos, diseñadores de interiores. Piensa si quiere espejos o puertas corredizas. Trabaja con ideas. Se trabaja con la mente hasta llegar a una imagen clara de lo que uno quiere construir.  Después traza el plano y elabora el proyecto de construcción y recurre a un arquitecto que se encargue de la casa de sus sueños.

Consideremos otro ejemplo, el de una persona que está buscando un trabajo en este momento.  Si queremos tener éxito,  también en este caso corresponde definir con claridad lo que se está tratando lograr.  Uno piensa cuidadosamente en las cosas que ha trabajado hasta ese momento,  se fija un objetivo en el mercado, y después organiza todos los elementos (enviar curriculum, contactar personas, crear un perfil en Linkedin) para dar en el blanco. El grado con que uno empiece con un fin en mente determina a menudo si se puede o no crear un plan exitoso, ya sea empresa, trabajo, libro o película.

Para desarrollar de forma efectiva nuestra creatividad, debemos ser autoconscientes y responsables de nuestra propia creación. Muchas personas crean a partir de lo que le dictan otras personas. Crean una familia pensando en sus padres. Crean una empresa siguiendo los pasos de un familiar exitoso. Pero estos guiones provienen de personas, no de valores. Y surgen de nuestras vulnerabilidades, de nuestra propia dependencia con respecto a los demás, a viejos hábitos y nuestra necesidad de pertenecer a un grupo.

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La autoconciencia, la imaginación y la conciencia moral nos permiten hacernos cargo de nuestra propia creación. En otras palabras, esos son los valores que nos permitirán escribir nuestro propio guión.

La proactividad se basa en el privilegio de la autoconciencia.

Por medio de la imaginación, podemos visualizar los mundos potenciales que hay en nuestro interior. Junto con la autoconciencia, nos permiten escribir nuestro propio guión.

Dado que ya vivimos con muchos guiones que nos han transmitido, el proceso de escribir nuestros propios guiones es en realidad un proceso de reescritura o cambio de paradigma. Cuando reconocemos los guiones inefectivos, los paradigmas incorrectos que están en nuestro interior, podemos empezar a reescribir proactivamente nuestros guiones.

Por ejemplo, el caso de una mujer que es educada en el odio a la familia de su desaparecido padre. Una madre posesiva y demandante le inculca eso desde niña. Durante muchos años, esta mujer cree que la familia de su padre no le prestaba atención, ni la quería, ni habían sido buenos con ella. Cuando crece, decide cuestionar ese paradigma mental que le han impuesto y toma las riendas, reescribe su guión, se atreve a conocer a la familia de su padre y se da cuenta que son cálidos, y que no son tan malos. Reescribe su guion, desarrollando su autoconciencia, empleando su imaginación y conciencia moral. A partir de ese cambio de paradigma, crea nuevas relaciones a su alrededor.

Al desarrollar nuestra autoconciencia, muchos descubrimos guiones inefectivos, hábitos profundamente enraizados e incongruentes con las cosas que valoramos en la vida.

¿Por qué crear mi propio guión si el que me ha marcado mi familia ha funcionado hasta ahora? ¿Por qué buscar otra perspectiva de vida si mi pareja parece feliz? ¿Por qué predicar la paz si durante años fui partidario de la guerra? ¿Por qué practicar el desapego si durante décadas fui ostentoso y arrogante? Quizá las nuevas búsquedas refieran a encontrarnos con nuestro ser más íntimo, con aquello que somos y no con lo que tenemos.

Y para finalizar la reflexión, pueden ver aquí una de las últimas entrevistas a José Mujica, presidente de Uruguay. Sus palabras van más allá de la política, de si eres de izquierda o de derecha. Son palabras que hablan de valores, de la importancia de gestionar el tiempo y de algo tan simple como apreciar la vida.

Y los que no puedan escuchar a Mujica porque su perspectiva les impide ver más allá de su rol político, les dejo con un video donde salgo hablando de creatividad en el programa Hola Barcelona.

La ansiedad tan temida y tan creada

Demasiado trabajo, demasiados objetos, demasiados compromisos, demasiadas frustraciones. La ansiedad parece ser la reina del siglo veintiuno. Previamente al estallido, debemos dirigir nuestra propia vida. En la búsqueda del equilibrio, vale la pena apuntarse al minimalismo emocional.

En tiempos hipermodernos, donde todo el mundo tiene prisas y falta de tiempo, la ansiedad parece ser la patología de moda. Ya lo comenté en mi libro “Las mujeres y los hombres que no aman demasiado”.  Cuando la persona se muestra ansiosa sobre un asunto específico, como los perros, las arañas o las reacciones negativas de los demás, la persona tiene claro respecto a qué se siente ansiosa. Sin embargo, mucha gente se muestra ansiosa sobre el mismo hecho de estar ansiosos y esto es tan común y normalmente tan poco comprendido, que esto les conduce a una mayor ansiedad. Como todo tiempo contradictorio,  el soltero que teme al compromiso, además ansía conseguir una pareja y el trabajador que detesta su trabajo también teme el desempleo.  Es la ansiedad del abrazo que no se da, del trabajo deseado y es principalmente ansiedad de lo que aún no se ha vivido. De esta manera, late el corazón con fuerza cuando suena el teléfono en el supermercado, en la oficina o en casa.

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En realidad, el ansioso debería permitirse vivir sin miedo pero la lógica no siempre coincide con la realidad. Por tanto, el ansioso de amor puede permitirse fluir en su primera cita con alguien.  Y el ansioso laboral puede permitirse disfrutar también en su oficina. El ansioso ante los negocios que se le avecinan, puede hacer uso de la paciencia para filtrar las emociones inadecuadas como la ira, el miedo, la desconfianza.

Cuando establecemos metas posibles, definimos nuestras prioridades, dejamos de acumular objetos y nos atrevemos a vivir en el presente, ya no estaremos ansiosos por tener el coche de moda ni por aquello que no tenemos. Sin prisas, con pausas, miraremos de reojo al pasado, disfrutaremos el presente para ir seguros ante un futuro prometedor.

 

 

El tiempo que nunca sobra pero siempre falta

Recientemente tuve el placer de impartir varias conferencias a la nueva generación de la Facultad de Ciencias Empresariales de la Universidad Católica del Uruguay. Además de comenzar a trabajar como docente en algunas asignaturas, previamente se me solicitó que les hablara sobre Gestión del tiempo a los alumnos de Montevideo, Maldonado y Salto.

Sin duda, el tiempo es un tema apasionante desde cualquier perspectiva, ya sea desde la historia, la filosofía, la economía o la mera cronología. Desde muy joven, me declaro una curiosa de todo lo que acontezca en este tiempo, tanto en nuestro tiempo mental como histórico y filosófico. Como madre, me maravillo de los avances de mi pequeño bebé, Nicolás, agradezco que su papá sea tan buen compañero en este tiempo que nos tocó vivir,  admiro cada día más a todas las madres del mundo y como tantas, debo conciliar el tiempo de mi familia con mis consultas de coaching y psicología, mis clases como docente en la Universidad y el armado de Ruta feliz, un programa de televisión de desarrollo personal, que se emitirá en Nuevo Siglo Tv y donde me acompañará Pedro Amador, otro inquieto en indagar el alma humana.

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Por todo esto, considero que no podemos medir el tiempo por el dinero que invirtamos o ganemos.  El tiempo es más valioso que el dinero. Porque es un recurso irrecuperable y limitado. Aunque nos cueste reconocerlo en esta época tan dinámica y cambiante, la pérdida del dinero suele ser relativa porque ocasionalmente surgen las posibilidades de volverlo a recuperar. En cambio, el tiempo se marcha de forma irreversible.

Aquello que pasó sólo podemos evocarlo con la fuerza de la nostalgia y con cierta melancolía por lo que ya no es. Hace unos años, tuve la oportunidad de conversar con Emilio Cuatrecasas, presidente de Cuatrecasas, Gonçalves Pereira, uno de los bufetes de abogados más importantes de España, quien me confesó que lo único que le faltaba en su vida era tiempo. No sólo Cuatrecasas quiere más tiempo. Muchas madres trabajadoras quieren tener más tiempo con sus hijos y evitar una doble jornada en casa y en la oficina. Muchos ejecutivos de multinacionales ansían pasar más tiempo en sus hogares que encima de aviones. Mucha gente se lamenta de todas las veces que ha perdido el tiempo. Otras personas ven la vida como un camino indefectible hacia la vejez y las arrugas y tratan de evitar ese camino a través de las cirugías y el botox. En cambio, los niños y los jóvenes hacen un uso indiscriminado del tiempo, como si la vida fuera interminable.

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En nombre de hacer más cosas en menos tiempo, las horas y los minutos que llenan nuestra vida pueden convertirse en nuestros enemigos. El tiempo se nos escabulle o nos sobra o nos falta. Pero es una de las preocupaciones actuales. El tiempo a envejecer, el miedo a no aprovechar el tiempo, los plazos de entrega de un trabajo o proyecto, las presiones de algunos para llegar a fin de mes.Entre tanto, poblamos nuestro tiempo de una serie de rutinas. La mayoría de hombres y mujeres están acostumbrados a la rutina de ganar dinero y gastarlo. Con los vaivenes económicos, las personas limitan esos hábitos consumistas que se han vivido en los últimos años y recurren a conservar lo más esencial.

De todos modos,  el tiempo sigue siendo oro. En el mundo de la empresa, la eficiencia es fundamental. Nuestra cultura se enorgullece de este tipo de eficiencia multi-tarea. Leemos mientras comemos, miramos la TV mientras estudiamos,  y pensamos en nuestros problemas mientras conducimos.   Lo cierto que el aspecto más común en el manejo del tiempo es que las personas suelen ser reactivas en vez de proactivas. En vez de actuar hacia metas a largo plazo, reaccionan a presiones externas.

Una manera de actuar de forma proactiva es utilizar la tecnología para organizar nuestro tiempo de forma efectiva. Para ello, debemos ser simples y no cargarnos con varias agendas, ni varios cuadernos, ni varios teléfonos. Basta que tengamos un laptop, un cuaderno, una agenda, un celular, eso es una forma de fácil acceso a nuestra información. Si tenemos varios objetos, la información también estará en varios sitios. En cambio, si simplificamos, será sólo un lugar donde vayamos a buscar esos datos. Por supuesto que esto no evita que hagamos las suficientes copias de seguridad de la información.

Otro tema muy usual que nos impide ser efectivos con nuestra agenda es el uso abusivo del mail. A veces una llamada simplifica el asunto y eso evita una cadena de mails por el mismo asunto. La tendencia al mail se debe a que se cree que se molesta si uno se atreve a llamar. Lo cierto que una llamada o una reunión personal muchas veces evita una correspondencia larga, tediosa y repetitiva.

Para saber si estás haciendo un uso efectivo del tiempo, mira tu escritorio. Revisa si tienes papeles, post it, trozos de recortes, varias tarjetas y carpetas sin apilar. Si ese es el aspecto de tu escritorio, comienza por ordenar y de esta manera, comenzarán a ordenarse tus ideas y planificaras con mayor cautela y firmeza. Tras mirar tu escritorio, trata de observarte a ti mismo. ¿Sueles procrastinar, es decir posponer las cosas para después? ¿Cuántas cosas tienes pendientes hace más de seis meses? ¿Cuándo crees que sea el momento de comenzar a hacerlo? Quizá la manera que dejes de procrastinar sea que te marques una lista de cosas para hacer que sea posible, concreta y alcanzable. Enumerar diez cosas pendientes hace que te agobies y sigas sin hacerlo. En cambio, si te marcas hacer primero lo que más te gusta, seguro que llegarás más pronto a hacer eso pendiente que no te agrada tanto.

Para terminar, los dejo con un video muy divertido sobre esto de procrastinar

Las nuevas empresas en entornos cambiantes

Vamos a pensar en una empresa de nuestros días. Hace muchas décadas atrás, se pensaba en un jefe que ejercía su autoridad y varios empleados que tenían más deberes que derechos. Afortunadamente, en el siglo XXI eso ha cambiado. En esta progresión, se han ido negociando reglas de aquello que consideran que debe ser un trabajo. Por ejemplo, a determinada hora, el empleado pueda salir a almorzar un promedio de treinta a ciento veinte minutos o puede tomarse el día libre en caso de la pérdida de un familiar. Incluso puede exigir una oficina donde haya ventanales que reflejen la luz del sol.  Pero como en toda relación, hay cosas que uno espera de su trabajo y no siempre las dice. Suele ocurrir que en el mundo 2.0 y del auge de las nuevas tecnologías, las mujeres y los hombres quieren estar motivados cuando realizan su trabajo. Eso implica horarios flexibles, consideración por parte de sus jefes y planes de capacitación, que se renueven según las necesidades.

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Hace un tiempo, visitaba la empresa Mango y Alfonso Letosa, su responsable de Recursos Humanos, me relataba que ese año, los empleados habían pedido que se trabajara la gestión del estrés. Una empresa multinacional como Mango aplica el mimo y la consideración y así se asegura mayor motivación y productividad en la jornada laboral. ¿Qué sucede con empresas más pequeñas? ¿Tienen suficiente presupuesto para destinar al bienestar de sus trabajadores o se benefician de la ansiedad y el estrés para llegar a sus objetivos anuales? La posible respuesta podría ser depende. Y de lo que depende siempre involucra a los líderes.

Hoy la firma de un contrato indefinido no basta para la felicidad de los trabajadores. Además de aportar su talento y eficiencia para el logro de la tarea, los empleados saben que un buen desempeño sólo es posible si existe unión entre sus miembros. Esto no implica que no haya conflicto pero todos los miembros comparten similares códigos de cómo debe hacerse el trabajo. Aunque esto no evita que las formas de hacer las cosas se deban renovar constantemente. Las empresas existen en entornos que se modifican constantemente, que exigen las capacidades de realizar continuos cambios.

De la misma manera, una empresa comandada por un consejo de socios implica una organización compleja. No tanto por los empleados que esos socios deciden tener sino por el sistema de creencias que cada uno trae. Cada empleado trae una combinación de actitudes, supuestos básicos, expectativas, prejuicios, convicciones y toda esa combinación la aportan a la empresa.  Las creencias individuales se entrelazan para formar las premisas rectoras que gobiernan una organización. Los jefes mantienen y refuerzan los tipos de creencias que sostienen cada uno de sus miembros individualmente. El sentimiento de pertenencia, el sentir que se forma parte de algo, es uno de los elementos centrales del éxito de una marca o empresa. Basta ir a Mc Donalds o Starbucks donde los empleados parecen disfrutar el reino de los carbohidratos o la variedad de cafés.

A su vez, la empresa no existe fuera de un contexto social. En forma parcial, la cultura determina la estructura organizacional y no lo hace en forma total porque construye sus propios significados. Así como la circulación cerebral tiene un mecanismo de autorregulación propio, la totalidad del sistema organizacional se va ir regulando a sí mismo. A su vez, las partes de esa organización, con el paso del tiempo, van a ir cambiando y eso mantiene de alguna manera el equilibrio del sistema, porque cada uno va asumiendo los roles que se necesitan según sean las circunstancias externas.

Todo esto significa que una conducta que aqueje a algún miembro de una empresa no puede ser concebida separada de la posible de conducta del otro. Las personas pueden influirse mutuamente y lo hacen todo el tiempo. En realidad, algunas personas se especializan en influir sobre otras, más allá de ser líderes de opinión o políticos reconocidos. Por alguna razón, en las últimas décadas, podría decirse que el arte de influir está puesto en discusión. Los líderes ya no son indiscutibles sino más bien se les discute todo. Así sucede también en un contexto más acotado. Los hijos se rebelan a las palabras de sus padres. La esposa ya no escucha al marido sin chistar. Y el hombre no cree que su carrera será su último fin en la vida. En estos tiempos de interrogantes, la palabra crisis aflora como la gran protagonista. Crisis de la familia, crisis de la escuela, crisis de las instituciones, crisis de la familia. ¿Podríamos aventurarnos que es el fin de una era donde las instituciones como la empresa y la familia imponían su ley tras la figura del jefe o del padre y la madre? Nos queda el tiempo para responder esta pregunta y mientras tratamos de responderla, los dejo con un excelente vídeo excelente  sobre el tiempo que nos está tocando vivir.

Sobre la eficacia mental y las emociones que nos causan los políticos

¿Somos emocionalmente eficaces?

“Es una falta de respeto eso que hace usted”, me increpa fríamente una señora con acento alemán y de unos sesenta años en un supermercado de Barcelona. “Señora, ¿qué le molesta que me tome mi tiempo para poner la comida en las bolsas. ¿Ha visto todas las cosas que llevo? No sufro de estrés así que no veo la prisa”, le comento amablemente. “Pero están las personas esperando, debe hacerlo más rápido porque quedamos pendientes de pasar”, me dice elevando la voz. “Señora, he esperado que el cliente anterior ponga sus cosas en las bolsas y no me ha impedido ir guardando mis cosas. Puede usted hacer lo mismo y no esperar que yo termine”, le contesto en un tono firme. “Es una falta de respeto que no se apure y no haga eso de forma rápida”, grita esta vez la señora. “Señora, la que está faltando el respeto es usted al ofenderse porque yo no asumo una actitud de persona estresada y con prisas. No se puede ofender que las personas no tengan sus mismos tiempos. Cada persona escribe, camina y pone la comida en las bolsas al tiempo que considera oportuno para su ritmo corporal”, concluí nuevamente de forma amable.

Ante la ira de la señora, debí apelar a todo mi control emocional para no reaccionar reactivamente y ser un reflejo de su ira y su agresividad. Lamentablemente, día a día, estamos sujetos a este tipo de reacciones de las personas que nos rodean. La intolerancia, el egoísmo y la falta de empatía es un caldo de cultivo del estrés que nos rodea. Pero para dominarlo, debemos reconocer esas emociones que están circulando. 
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Durante la última década y sobre todo gracias a los aportes de Daniel Goleman, autor del libro “Inteligencia emocional”, han aparecido muchas investigaciones científicas sobre la emoción. No sólo por la aparición del escáner cerebral que nos permite ver cómo pensamos, sentimos, imaginamos o soñamos según el momento sino por los aportes de la ciencia certificando la influencia de las emociones positivas en la salud y el bienestar.

En el lenguaje popular, las palabras “sentimientos” y “emociones” se utilizan indistintamente pero no son lo mismo. Los sentimientos son la parte consciente de las emociones. En realidad, las emociones básicas son las que nos vienen por herencia biológica y son universales. Todas las culturas reconocen al miedo, la ira, la tristeza, la alegría, la sorpresa y el asco. Luego aparecen emociones más complejas, que se componen de las emociones básicas pero con influencias culturales. De ahí surgen los celos, la envidia, la vergüenza. Estas emociones son más individuales, ya que unos sienten celos con ira mientras otros lo mezclan con tristeza. El país influye mucho. Por ejemplo, una emoción típicamente española y latinoamericana es la vergüenza ajena o también considerado sentido del ridículo. Esta emoción compleja prácticamente no existe para los ingleses y franceses.

En el último tiempo, muchos políticos españoles han señalado una especie de vergüenza ajena ante cada nueva actuación del gobierno español. Ante el nuevo programa de gobierno dispuesto por el presidente español Mariano Rajoy, este no difiere demasiado del descontento que causaba  José Luis Rodríguez Zapatero. Su predecesor tenía la  intención de aumentar la inversión en innovación y en tecnología, promovía  los lemas “menos ladrillo y más ordenadores” o “menos petróleo y más energías renovables”,  y cuando se aspiraba a ese modelo, era inevitable que surgieran emociones como el “miedo al cambio”. “¿Cómo vamos a hacer si la construcción mueve al país?”, decían los escépticos. “¿Pero qué sucederá con el futuro de tantos arquitectos, constructores y obreros?”, cuestionaban otros. “¿Y las personas que dependen económicamente del oro negro?”, preguntaban otros. Aunque luego también aparecen apoyos que hablan de tiempos dinámicos y sostenibles. Sin duda, cualquier propuesta de acción económica a seguir no está exenta de una reducción de beneficios en otros ámbitos y un inevitable “miedo” ante lo imprevisto. Hoy Rajoy promete un gobierno exento de corrupción ante el descubrimiento de 11 millones de euros en una cuenta en Suiza a nombre del ex tesorero de su partido. Y tan sólo puede soñar que descenderá el desempleo en un país donde la gente lucha cada día para no perder la esperanza.

Por lo demás, en estos tiempos de cambio y crisis, no siempre los empresarios y trabajadores están preparados para la carga psíquica, física y psicológica que implican las novedades. Más allá de enseñarles a regular sus emociones a los trabajadores y empresarios, también sería bueno comenzar con el problema desde la raíz. El autoconocimiento, el autocontrol, la proactividad, la interdependencia, la empatía, el arte de escuchar, resolver conflictos y cooperar con los demás deberían ser habilidades de aprendizaje en las escuelas tanto como el inglés, catalán, Matemáticas. 

Pero mientras las instituciones y los organismos del gobierno se ponen de acuerdo, desde Single Coach actualizo mi curso «Líderes con Inteligencia Emocional» que combina la Gestión del tiempo y técnicas de coaching para perder el miedo a hablar en público. Al mismo tiempo porque creo que el amor es una de las emociones más positivas del ser humano, sigo recomendando mi libro “Las mujeres y los hombres que no aman demasiado. La hipermodernidad y las consecuencias de los cambios de roles”(*).  Este libro inspiró mi documental sobre amor «Ni contigo ni sin ti pero a solas conmigo«, que pone en imágenes este mundo posmoderno de encuentros y desencuentros entre hombres y mujeres.

¿Quieres dar tu opinión sobre este tema? Escribe a info@singlecoach.es

Y los dejo con un vídeo relacionado con las emociones de una conferencia que realicé hace un tiempo en el Fnac L’Illa de Barcelona.

(*)El libro es el producto de una investigación que cuenta con testimonios de hombres y mujeres de Argentina, España, Estados Unidos, México y Uruguay. Puedes comprar el libro en Fnac, Excellence, Bertrand, Catalonia y Jaime s y más librerías de España.  El documental se inspiró en el libro pero su guión es totalmente diferente.