Les dejo con una entrevista que hice para una de las ediciones de Bernik Magazine, revista uruguaya, dirigida por Susana Bernik y con la que colaboro aportando una columna sobre mujeres y hombres(El ángel viste de Prada) y algunos reportajes que envío desde Barcelona. Para leer la revista, deben comprarla en los quioscos de Montevideo. Pero si quieren un caramelo para ver cómo es el resto, en la web de la revista, se pueden leer unos pocos artículos. Aquí pueden leer el reportaje sobre uruguayos en Barcelona.
Algunos huyendo de la crisis. Otros por pura aventura. Los más veteranos huyendo de la dictadura. Algunos por experimentar el olor del mar Mediterráneo en plena ciudad. Lo cierto que Barcelona es uno de los sitios españoles en los que muchos uruguayos emigraron. Tras unos años de opulencia, ahora también resuenan palabras como paro, crisis y economía sumergida. Mientras algunos planean la vuelta, otros se quedan pese a la melancolía inevitable por los seres queridos que quedan en el país
A orillas del mar Mediterráneo, la ciudad asoma. Luego de los Juegos Olímpicos de 1992, Barcelona viene cambiando a pasos agigantados. Tras muchos años de espaldas al mar, hoy ostenta uno de los paseos marítimos más atractivos del mundo. En su interior, se rodea de construcciones modernistas del mítico Antoni Gaudí como La Pedrera, Casa Batlló y Sagrada Familia. Estos emblemas de la arquitectura mundial suelen ser frecuentes objetivos de flashes de turistas japoneses y de otras nacionalidades. Parece cansada de ver circular tantos extranjeros en su Plaza Cataluña. Tampoco oculta que ha perdido el orgullo a sus Ramblas, especies de paseos donde pululan comercios de aves, flores y espectáculos de artistas callejeros. Consciente de sus curvas, la ciudad ostenta su montaña Montjuic, su monte Tibidabo y su cercanía a los Pirineos. Siguiendo su inconformismo a seguir líneas rectas, tiene su calle Diagonal que atraviesa todos los barrios. Mientras resuena la palabra crisis, su Paseo de Gracia sigue dando honor a su nombre con sus vidrieras fastuosas de marcas como Carolina Herrera, Giorgio Armani, Chanel, Gucci, Louis Vuitton, entre otras.
Martin Cagno, arquitecto de 38 años se sintió atraído precisamente por la arquitectura y la belleza de la ciudad cuando llegó en 2004. “De Uruguay me fui en 2002 con una beca Fullbright para hacer un Máster en Diseño Arquitectónico y Tecnologías Emergentes en la Universidad de Illinois en Chicago. Luego me surgió otra beca en la Fundación Bauhaus, en las afueras de Berlín, Alemania. Diez meses después, estaba manejando irme a Londres o Barcelona. Me salió una oferta en el estudio de Ricardo Bofill de Barcelona en junio de 2004”.
El orgullo de Martin es haber participado en el proyecto ejecutivo y la dirección de obra del hotel Vela. “El hotel ha sido un éxito, tiene una imagen muy potente. Es como una vela en el borde del mar. Ya se ha convertido ícono de la ciudad. Es un hotel de cinco estrellas y tiene una situación privilegiada, tiene vistas al mar desde todos sus ángulos.”
El glamour de la ciudad también atrajo Alejandra Redin, arquitecta de 38 años y madre de Eugenia de 5 meses. Llegó en 2002 y a los diez días tenía trabajo. “Tuve la suerte de contar con documento comunitario. Pero no puedo decir que me costó. Ahora dejé de trabajar. Trabajaba para una consultora inmobiliaria. Estoy en cambio de vida, más dedicada a mi hija, y seguramente volviendo a Uruguay en breve”.
LA MEZCLA DE CULTURAS
Algunos llegan con su familia. Otros vinieron solos pero en todos los que emprendieron este camino de cambio, emerge un espíritu de aventura y una necesidad de conocer otras culturas. Considerada la ciudad más europea de España, aquí conviven muchos extranjeros de diversos países: alemanes, argentinos, ingleses, irlandeses, franceses, italianos, portugueses, polacos, venezolanos y uruguayos, que vienen a quedarse. Justamente esta mezcla cultural parece ser un factor seductor de la ciudad condal para los uruguayos. “Trabajo en un estudio que es muy internacional. Te diría que de quince compañeros con los que trabajo diariamente, sólo uno es catalán. Trabajo con un chino, belga, italiano, alemán, es bastante particular. Tuve la experiencia de trabajar con muchos catalanes en la obra del hotel Vela y la experiencia fue buena”, comenta Martín Cagno.
“Mucha de la gente que me he rodeado aquí no son catalanes. He conocido gente de todos lados. Eso lo voy a echar de menos. Es una ciudad cosmopolita. De los catalanes en sí, creo que no voy a echar de menos nada. Aunque agradezco la experiencia vivida. La cabeza de los catalanes me gusta pero el modo de ser de la gente es cerrado. En Uruguay, tenemos facilidad de relacionarnos pero somos cerrados en cuanto a que hay una mentalidad más de pueblo, más retrógrada. Ya sé que a veces voy a tener que escuchar discursos y comentarios, que luego de vivir tanto tiempo en Europa, te pueden chocar. Es parte de lo que uno tiene que aceptar al volver y hacer omm”, agrega Alejandra Redin, reflexionando sobre su regreso.
Otros no tienen miras en volver como Pablo Despeyroux, guitarrista de música antigua y arreglista, propietario de su propio estudio en Barcelona. Es considerado como un músico muy virtuoso en la ejecución de la vihuela, la guitarra barroca y la guitarra española. Despeyroux, hijo de un cantante de ópera y una profesora de literatura que debieron exiliarse cuando él tenía 14 años, regresó a los 25 años al país. Pero lo hizo durante nueve meses con la intención de formarse en música. “Volví en 1989 a estudiar con dos grandísimos maestros de guitarra, Abel Carlevaro y Eduardo Fernández. En Barcelona, estudié en el Conservatorio Superior Municipal (CSMMB), aunque principalmente me examiné por libre. Estudié armonía con Lluis Vergés, instrumentación con Gabriel Brncic, música antigua con Luis Gásser. No se me ocurre nada que no tenga Barcelona. Lo que echo de menos es en negativo: menos gente en la playa, menos tráfico, menos polución. Extraño los panchos de la Pasiva, pero cuando estoy en Uruguay, extraño el jamón”.
En cambio, Fernando Santullo reconoce que tiene más éxito en Uruguay que en España, pero aún así decide quedarse. Llegó en 2001 para realizar un Máster y se quedó. No vino solo. Lo acompañaba su pareja en ese momento y su hija, Agustina, que hoy tiene once años. Sociólogo de profesión, alternó durante muchos años su trabajo en la prensa escrita con las composiciones y las actuaciones musicales. “Desde hace un par de años me dedico en exclusiva a la música. En mi caso, no es demasiado relevante dónde estoy. Mi disco se editó en Argentina y Uruguay y allí es donde toco con más frecuencia. Pero mi contrato como letrista es con Universal Latin, que funciona en toda América Latina y España. Creo que Barcelona es una vitrina interesante para los músicos, con o sin crisis. Pero también creo que es un lugar que está orientado hacia lo que llega de otros lados, que no presta demasiada atención a lo que ocurre aquí. A menos que seas amigo de alguien o hijo de alguien. O que estés dentro de algún círculo cercano a festivales o salas. En eso se parece bastante a Uruguay. A los periodistas en general les recomendaría que se dedicaran a otra cosa ya que el oficio se ha puesto muy bravo económicamente. Y a los sociólogos, no se me ocurre nada para decirles aunque no creo que eso les preocupe en lo más mínimo”, ironiza Fernando.
Tanto Pablo Despeyroux que ha vivido más tiempo en Barcelona que en su ciudad natal como Martín, Alejandra y Fernando que también vivió casi diez años en México durante su infancia, se sienten uruguayos. Pero la diferencia de haber tomado vuelo y probar otras tierras, los hace sentir diferentes allá donde vayan. “Uno no es consciente lo que le va a pasar una vez que decide dejar su país. Una vez que lo dejaste, estás en una situación que no sos ni de acá ni de allá”, concluye Alejanda Redin.
“UNO SIEMPRE PIENSA EN LA VUELTA CUANDO TIENE HIJOS”
Martin Cagno. Arquitecto de 38 años, casado hace cinco años con Virginia Torres y padre de Martina(3) y Joaquín(2) y espera el tercero.
“Llegué en 2004 y enseguida tenía trabajo en el estudio de Ricardo Bofill. Pensaba que estaría en Barcelona por un tiempo y luego sería otra ciudad. A los dos meses de estar aquí, mi hermana me dice que inauguraba una tienda de unas diseñadoras uruguayas en el Borne, Quiroga& Quiroga. Ahí conocí a Virginia y después de un año y medio, estábamos casados. A partir de ahí, nos afincamos aquí y tuve que abandonar la idea de moverme tanto. Desde que hemos tenido hijos, nuestra vida ha cambiado mucho y hace que pienses que el lugar ideal es tu propio país. Ahora la situación es muy mala. Mi situación es una excepción. Cuando están las crisis, la construcción es lo primero que se para y probablemente lo último que se reactiva. Por suerte, el estudio donde yo trabajo es internacional y tiene pocas obras en España salvo la remodelación del aeropuerto de Barcelona. Tiene dos proyectos muy importantes en Rusia: grandes urbanizaciones de viviendas sociales en Moscú, donde yo estoy trabajando ahora”.
“LOS CATALANES SON GENTE DE FIAR Y SERIA”
Pablo Despeyroux, 46 años, guitarrista de música antigua y arreglista. Una hija de 18 años.
“No creo que la integración sea especialmente dificultosa para un uruguayo en España y menos en Barcelona, que es una ciudad muy cosmopolita donde te encuentras gente de todas partes. Tal vez el catalán, de entrada no es una persona muy simpática o espontánea. Pero no por una cuestión de discriminación hacia los foráneos, sino por carácter. Por contrapartida, suele ser gente fiable en el trabajo y seria. También divertida, yo tengo amigos catalanes y toco con muchos músicos catalanes con los que me siento muy a gusto. Mi novia es italiana, pero tenemos previsto quedarnos en Cataluña y además instalarnos en un pueblo fuera del bullicio de la ciudad. La cultura del uruguayo medio, creo que es muy similar a la del español medio, lo que pasa que en Uruguay se lee un poco más y tal vez haya un poco más de cultura literaria. Pero si nos centramos en la música, la sociedad uruguaya es muy inculta. Aquí, tengo amigos uruguayos, argentinos, catalanes, mexicanos, españoles y toco con músicos de todas partes”.
“EN MI CASO, ES MÁS SIMPLE TOCAR EN EL RÍO DE LA PLATA”
Fernando Santullo, 42 años. Vive en pareja y tiene una hija de 11 años. Fue líder del Peyote Asesino y en 2009 salió “Bajofondo presenta Santullo”, que cosechó excelentes críticas en Uruguay.
“Primero formé Peyote, luego Kato, con quienes vine a Barcelona. Y después comencé mi colaboración con Bajofondo, aporté dos canciones para su último disco “Mar dulce” y luego saqué mi disco con ellos. Tengo manager en España y estoy en cambios en Argentina y Uruguay. En mi caso, es mucho más simple tocar en el Río de la Plata. Ahora compongo canciones para distintos proyectos y para un nuevo disco mío. Me ayudó bastante haber estado nominado al Grammy Latino hace un par de años con el tema “El mareo” que cantó Gustavo Cerati junto a Bajofondo. También hago cosas más raras, como ser el rap coach del último disco del Cuarteto de Nos. Estoy intentando editar mi disco “Bajofondo presenta Santullo” por aquí y también quiero comenzar a tocar con regularidad. Y la idea es seguir promocionándolo en Argentina y Uruguay, que son los digamos “mercados” naturales para mi música. Por otro lado hice un par de canciones para el disco solista de Juan Campodónico, productor de Jorge Drexler, el Cuarteto y Bajofondo y productor junto a Gustavo Santaolalla, de mi disco. Y estoy en estos días componiendo para el futuro nuevo disco de Bajofondo”.
“ENTIENDO LA OBLIGACIÓN DE HABLAR EN CATALÁN PERO NO LA COMPARTO”
Alejandra Redin, arquitecta de 38 años. Una hija de 5 meses. Llegó en 2002 a Barcelona y en el ínterin, vivió de 2004 a 2007 en Milán. Tras tres años trabajando como Project manager para una consultora inmobiliaria, planea regresar en diciembre de 2010 a Uruguay.
“Entiendo que ellos cuiden su idioma, una lengua que fue prohibida durante mucho tiempo en la dictadura. Pero creo que no se dan cuenta, que lo que están haciendo es cerrarse al mundo. ¿Por qué muchas empresas internacionales van a Madrid y no van a Barcelona? Porque tienen menos trabas. Al final, lo único que están haciendo es justamente con esta cosa del catalán, es cerrarse al mundo. A los niños les enseñan primero a hablar en catalán cuando el castellano es la segunda lengua más hablada en el mundo. Creo que la forma de ser del catalán es más cerrada, como que cuesta llegarles, esta falta de expresividad, ya sea para lo bueno como para lo malo, esa falta de demostración es lo que hace que en Italia me sintiera más en casa”.
También podéis leerla en la edición online de Bernik Magazine
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